Esta anciana de pose soñadora es Colleen McCullough. Su apariencia, que quizás a alguno os evoque a Tata Ogg (una de las brujas del Mundodisco imaginadas por Terry Prattchett), no nos haría imaginar que es catedrática de neurología, pero también una famosa escritora de novelas románticas (entre otras, El Pájaro Espino, que fue llevada a la televisión en forma de serie).
Sin embargo lo que me ha hecho escribir sobre ella es su saga sobre la antigua Roma, desde los tiempos de Mario y Sila hasta Marco Antonio y Octavio Augusto:
- El primer hombre de Roma
- La corona de hierba
- Favoritos de la Fortuna
- Las mujeres de César
- César
- El caballo de César
- Antonio y Cleopatra
Cada libro puede ser definido como enorme, y no sólo por el tamaño (cada uno tiene más de 1.000 páginas en la edición de bolsillo), sino por la cantidad de datos e información que contienen. La magnitud de notas y datos genealógicos que aporta puede ser abrumadora, y es fácil perderse con la trama de relaciones interpersonales que narra. De hecho en 1993 se le concedió un doctorado honorario en historia gracias a esta saga.
Cualquiera que lea esta saga se convertirá en un cuasi-experto en ese período histórico. Eso sí, la autora no puede ocultar su parcialidad hacia Julio César, que como ella misma reconoce, puebla sus sueños eróticos. Teniendo esto en cuenta, (creo que sobra este aviso, porque enseguida resulta evidente), y aplicando un filtro emocional respecto al personaje, la exactitud histórica y el rigor de la obra resulta casi obsesivo. Incluso los apéndices sorprenden por la información tan exhaustiva sobre detalles históricos y forma de vida de los antiguos romanos.
Pero a pesar de esta cantidad a veces densa de información, narra la historia de forma amena, interesante y asequible a personas menos sesudas que la autora.
Sobre ella se ha escrito lo siguiente:
«Conozco tres clases de aficionados a la novela histórica: los que casi veneran a Colleen McCullough, los que la detestan y los que aún no la conocen. Para los primeros, la lectura de “El Primer Hombre de Roma” constituyó posiblemente un auténtico hallazgo, un feliz encuentro que los impulsó a leer inexorablemente (como si algún escondido resorte hubiese saltado al iniciar su lectura), las nada menos que 5.000 páginas que integran una de las más famosas y comentadas series de “novelas de romanos”. Los segundos naufragaron probablemente entre docenas de personajes, vertiginosos cambios de escenario, constantes digresiones explicativas y un rosario de acontecimientos históricos que parece no tener fin. Y los terceros… han vivido, con toda seguridad, en algún planeta lejano durante los últimos años.» (Hislibris)
En definitiva, para conocer esa época me parece una obra esencial, y muy recomendable.
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