«¡Ha crecido tanto! Ahora no cabremos en mi cohete. ¿Cómo vamos a llegar a la luna?»
Del revés (Inside Out) es la última película del estudio querido por todos, Pixar. ¿Cómo les habrá ido con una temática tan… personal?
La historia se centra en Riley, una niña que a los once años, debido al trabajo de su padre, tiene que mudarse a San Francisco dejando atrás toda su vida anterior. Como es lógico un cambio tan brusco en una niña pequeña es difícil de llevar, y esto es algo que aprenderán de mala manera todas las emociones que guían los movimientos de Riley, las verdaderas protagonistas de la historia.
En Del revés se nos muestra una alegre interpretación de cómo funcionamos todas las personas dentro de nuestra cabeza: un grupo de cinco emociones, Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco, gobiernan todo desde una Central, la cual comunica con las distintas subdivisiones de la mente, como pueden ser «Imaginalandia» o «Producciones Sueño». Aparte de guiar las acciones de su huésped, las emociones también tienen como responsabilidad gestionar los recuerdos, los cuales se clasifican según la emoción imperante en el momento de su creación. Cuando dentro de Riley ocurre un accidente y tanto Alegría como Tristeza quedan perdidas en medio de todo el mundo de la mente, con varios recuerdos clave en su haber, estas dos emociones antagónicas tendrán que recorrer todo el interior de Riley con la esperanza de devolverla sus recuerdos antes de que ocurra algún desastre.
Toda la premisa de la película y su ejecución es soberbia. Cada sección dramática está debidamente llevada, y dado que es una película infantil, siempre es rescatada por otra sección cómica, como debe ser. Cada sección nueva que se descubre en el viaje de Alegría y Tristeza desborda imaginación (en ocasiones de manera literal), y siempre tienes la curiosa sensación de que cada cosa que han hecho dentro de Riley ha sido con dos o tres psicólogos detrás. ¿Los diseños? Fantásticos, y en el caso de las emociones realmente llamativos. La música es más que correcta, acompañando a la situación siempre de la manera adecuada. La fotografía, como es estándar dentro de Pixar, es brillante y colorida. Por sacar algún defecto, quizás hay algunas escenas de acción que se alargan innecesariamente, frenando el ritmo de la película, pero es algo que puedes pasar fácilmente por alto.
En cuanto a la actuación, todo es estelar. En versión original tenemos unas cuantas sorpresas en el reparto, como los antiguos miembros de Saturday Night Live Amy Poehler y Bill Hader, como Alegría y Miedo respectivamente, o Diane Lane y Kyle Maclachlan como los padres. Dentro de España, el doblaje también raya la perfección; prácticamente ninguna asociación se respeta, como suele ser norma dentro de la animación (¿Amy Poehler = Mar Bordallo?), pero eso no quita que los actores no hayan hecho un trabajo excelente y, me atrevería decir, con muchísimo cariño. Como lleva haciendo Disney los últimos años, en los créditos de hecho los nombres que figuran son los actores de doblaje. A mí me parece bien que no se ningunee su trabajo relegándolo a tres segundos de créditos al final del todo, pero tampoco me parece adecuado que cobren tanto protagonismo; al fin y al cabo su trabajo se ha hecho en base a otra actuación. En un mundo perfecto en los créditos se pondrían a los actores originales y, a su lado, a los actores de doblaje, pero dudo que haya muchas personas que compartan esta misma opinión.
Bueno, acabemos ya que me voy por las ramas. Por todo lo señalado arriba, mi nota para esta película es de un 9,5. Es obligatoria de ver, tanto para los pequeños como para los ya más veteranos.
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