En este libro, el autor de «Yo, Claudio», entre otros, nos acerca a la legendaria vida del Conde Belisario, general del emperador de Oriente, Justiniano, durante principios del siglo VI, poco después de la desaparición oficial del Imperio Romano de Occidente tras varias invasiones bárbaras. Belisario, tras dirigir a la victoria a los ejércitos de Constantinopla, debido a las envidias de la corte y del propio emperador, según la leyenda, acabó ciego y pidiendo limosna, como se ve en el famoso cuadro de David que vemos aquí.
La novela histórica, o según algunos ensayo novelado, sigue un escrupuloso rigor histórico, y las pocas licencias que se toma, son aceptables y creíbles. Se relata de boca de un testigo, un esclavo de la mujer de Belisario, y es coherente con el punto de vista del mismo, detallando sólo aquello en lo que está presente, y reseñando lo que no. Esto le da credibilidad al relato.
Para aquellos no acostumbrados a este tipo de literatura, o que no estén familiarizados con el autor, puede resultar en ciertos momentos, algo pesado. Sin embargo, resulta un libro riguroso y entretenido, que consigue empatizar al lector con el personaje.
Recomendable.
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