Una vez más, Sam Worthington nos salva de la destrucción, solo que, en esta ocasión, en vez de evitar el desastre en un lejano planeta, lo hace al estilo de la antigua Grecia.
Esta película, el remake de un film homónimo de 1981, nos narra la historia del joven Perseo, mítico héroe griego, quien se hizo famoso, entre otras cosas, por conseguir matar a la antaño bella Medusa y arrancarle su cabeza. Sin embargo, aquí acaba, a grandes rasgos, el parecido con la mitología de la que surge este personaje. En esta película, nos muestran como Perseo, criado por pescadores, busca venganza en los dioses, los cuales han entablado una guerra con el hombre por la rebeldía de este último hacia las divinidades, y en el inicio de dicho enfrentamiento, mueren los padres y la hermana de nuestro héroe.
A partir de aquí, Perseo iniciará una epopeya en busca de Hades (el cual, muy caracterizado, está interpretado por Ralph Fiennes)para hacerle pagar por la muerte de sus seres queridos. Entre tanto, el mencionado dios de los condenados ideará un plan para hacerse más poderoso y derrocar de su trono a su hermano Zeus (interpretado por Liam Neeson).
Todo esto, junto con los geniales efectos especiales de los que hacían gala todos los avances de la película, pueden pintar bien, pero seamos críticos; la narración de la historia y la evolución de los personajes, sobretodo del protagonista, avanza a una velocidad vertiginosa, a trompicones. Tambien hay que destacar el diseño de los entornos, criaturas y demás, que si bien es algo original y llamativo, casi parece que nos hemos metido en un videojuego de la tónica de God of War; por último, la banda sonora, que si bien captura el aire épico de la historia, o resulta demasiado cargante con los coros o es engullida por los efectos sonoros, tales como rugidos, choques de espada, etcétera.
En definitiva, es una película bastante entretenida que brinda acción y efectos especiales a raudales, pero falla en los demás apartados.
Mi nota: 4,5/10
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