Bajo esta premisa algo manida comienza la trama de una historia mezcla de Harry Potter, Dragonlance y con toques de Canción de Hielo y Fuego. Decidí leerla tras muchos meses viéndola en las estanterías de best-sellers de fantasía, esperando otra joya como las que nos ha deparado el género en los últimos años. Pero no ha sido así. La historia, aunque fácil de leer no es adictiva, y es predecible en sus «giros» y en sus personajes, tan claramente definidos desde el primer párrafo que es decepcionante comprobar que no evolucionan demasiado a medida que avanzan los capítulos. Ni siquiera el «sistema mágico» está demasiado bien definido; se presenta como simple imaginería y concentración sin ningún tipo de explicación más allá de eso.
La autora intenta salpicar la historia de aventuras amorosas, pero todas se ven desde el principio. Aunque se agradece la originalidad de alguna de ellas (la homosexualidad en el género de la fantasía no se ve mucho, excepto como fantasías -valga la redundancia- de un público mayoritariamente masculino) la narrativa carece de soltura en este aspecto.
Sin embargo, la obra ofrece lo que se le suele pedir a la literatura fantástica: pasar un buen rato en un mundo diferente del que vivimos. Es amena, y eso no se puede decir de todo lo que leemos.
Sobre la autora:
Lamentablemente Trudi Canavan no nos cuenta demasiado sobre ella misma en su blog, aparte de que empezó a escribir muy joven y ganó algunos premios, hasta que le llegó el bombazo de la obra que aquí comentamos. En otros sitios podemos ver que sus otros intereses se inclinan hacia el diseño gráfico, al que se dedica o se ha dedicado profesionalmente.
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