Bueno, tras iros dejando ver, en pequeños detalles, cómo sería la cornamenta del ciervo, cómo sería el rugir del león, cómo sería el fuego del dragón y cómo serían los colmillos del huargo, es hora de profundizar en una de las series más esperadas de los últimos tiempos: aquella que adapta una obra maestra que ha rejuvenecido la literatura fantástica, y que responde al título de Canción de hielo y fuego.
Empezando por el guión, apartado por el que más se temía a la serie, desde aquí se llama a la calma: exceptuando algunos detalles, tales como la edad de los personajes, que en la mayoría de los casos ha sido aumentada unos tres años, es prácticamente una adapatación 1:1 de las novelas, lo que ya deja un muy buen sabor de boca. Pero un buen guión no es nada sin un buen reparto, algo en lo que los realizadores se han cuidado mucho, con actores de la talla de Sean Bean como Ned Stark, señor de Invernalia, y profundas y, hasta en algunos casos reveladoras interpretaciones en los papeles de, por ejemplo, los hermanos Lannister (Peter Dinklage como Tyrion, Nikolaj Coster-Waldau como Jaime y Lena Headey como Cersei).
En cuanto a diseño, es uno de los apartados más fuertes de la serie. Tal como se hiciera en el Señor de los Anillos, han creado un mundo hiperrealista, de forma que sumerja al espectador y le haga olvidar que es un mundo inexistente y fantástico, adoptando así una estética que bien podría ser de una serie histórica ambientada en el medievo. Es esto, junto con los trabajados efectos especiales, la increíble secuencia de apertura de la serie, elegante a más no poder ser, combinada con la maravillosa banda sonora, lo que hacen la serie un desfile de delicias visuales.
Una opinión breve, pero, ciertamente, no se puede medir con palabras lo que es obligatorio ver con los ojos.
Mi nota: 9,5/10
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