No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida.

Granja de servidores

8 febrero, 2010

«Parece que la tormenta remite ¿no?» fueron las palabras con las que Mark saludó a su compañero de celda de cálculo. A pesar de que una espesa capa de nubes cubría todo el cielo y de que no era una fase de ciclo solar favorable, podían distinguirse los dos focos del sistema binario sin mucho esfuerzo.
Ambos se dirigían al elevador para cumplir con su función social asignada por el coordinador general. Como cada jornada bajaban a las instalaciones de investigación y desarrollo y trabajaban como programadores. Una vez hubieron entrado en el ascensor, Eniac rozó el sensor de ordenes y comenzó el descenso. Como el trayecto podía ser un poco agobiante por lo monótono y largo que era, siempre aprovechaban para intercambiar información.

– ¿Sabes lo de Fortran? -lanzó la pregunta Eniac- al parecer el parón del otro día fue por él. Creo que los médicos técnicos lo tienen en observación.
– Hum, es cierto que me extrañó la bajada de procesamiento que se registró después de la parada.
– Creo que más bien fue al revés. Alguna de sus constantes no era normal, lo que implicó que todo el equipo funcionásemos algo descompensados. Localizaron el programador que fallaba y resultó ser él. Lo enfriaron y lo han enviado a observación. Incluso hay quien habla de un posible derrame… me dan escalofrios solo de pensarlo.
– Prefiero no saberlo. Siempre me indigna pensar que en muchos otros lugares la programación la realizan nucleos de procesamiento no humanos, y aquí tenemos que renunciar a otras tareas más creativas para sacar adelante el módulo de desarrollo e investigación.
– Ya, pero también sabes que el rendimiento es mucho menor, y necesitan una inversión muy grande que nuestra colonia no puede permitirse.
– Espero que lo de Fortran no sea nada. De todas formas esto nos pasará factura, sabes de sobra que un subconsciente alterado por cualquier preocupación afecta a nuestro rendimiento.
– Eso por supuesto.

«Zum tic», sonó el mecanismo del elevador. Caminaron al acceso de programadores, bloque XIV, celda de cálculo VII. Se tumbaron en las camillas de trabajo, y autorizaron la inducción a coma controlado. Un operador de conectividad ajustó a la parte posterior de sus craneos los cables de entrada y salida de datos. Una vez terminada la conexión al sistema una luz se encendió en la puerta de la celda de cálculo:
«FIFO mode ON».

La unidad Analista Programador Central estableció la prioridad de trabajo principal para todo el sistema. En la descripción registró lo
siguiente: «Depuración del sistema de programación. Localización de bugs de sobrecarga crítica en unidades de proceso con efecto letal.»

Por fortuna Mark y Eniac nunca sabían en qué trabajaba… su sistema neuronal.

AUTOR: Rhamnusia

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