No es oro todo lo que reluce, ni toda la gente errante anda perdida.

Tian jiang xiong shi (Dragon Blade, 2015)

5 agosto, 2015

«¡Veré todas las banderas de las 36 Naciones juntas, altas, colgando en la Puerta del Ganso Salvaje!»

Tian jiang xiong shi (o, en la versión pronunciable por nosotros los bárbaros occidentales, Dragon Blade) es una película de acción ambientada en un supuesto encuentro histórico entre Roma y China en la zona de la Ruta de la Seda en el 48 a.C, protagonizada por Jackie Chan, John Cusack y Adrien Brod… ¡no, no os vayáis todavía!

Jackie Chan hace las veces de protagonista encarnando a Huo An, un guerrero de ascendencia huna que tiene como objetivo establecer la paz en la zona de la Ruta de la Seda, acompañado por un pequeño grupo de hábiles y fieles combatientes. Sin embargo, debido a un complot, él y sus hombres son enviados como mano de obra a la construcción de la Puerta del Ganso Salvaje, donde no tardarán en chocar con Lucius, un general romano que ha desertado llevándose a sus tropas con él para proteger a Publius, el hijo pequeño del Cónsul y heredero del puesto. Su malvado hermano Tiberius, el cual está dispuesto a hacer todo lo que sea para hacerse con lo que cree que es legítimamente suyo, marchará hacia la Ruta de la Seda, siguiendo los pasos de Lucius, para zanjar el asunto de una vez por todas.

Empecemos por lo primero: Dragon Blade no es una película histórica. En absoluto. De hecho, tal y como dicen hacia el final de la película, se trata de un «cuento alentador». Los soldados romanos no llevaban esas armaduras, todas ellas labradas hasta el último detalle (ni los soldados chinos, claro). No había una patrulla de guerreros justicieros protegiendo la Ruta de la Seda. Las ballestas portátiles, si bien eran usadas por los chinos, no era así en el caso de los romanos de entonces. El cargo de Cónsul no era hereditario y, de hecho, en esta época el Cónsul era el mismísimo Cayo Julio César. En fin, podríamos tirarnos aquí media hora citando incongruencias, pero no serviría de nada: como he dicho, esta película no aspira a tener un trasfondo histórico serio; sí que menciono todo esto, sin embargo, porque estos errores no hacen más que distraer al espectador de una historia ya de por sí convulsa y pobremente llevada.

El mensaje de la película, la paz entre culturas, por muy noble que sea no hace más que aparecer a calzador de escena en escena sin ningún tipo de sutileza o tacto. Los diálogos son en su mayoría forzados y llenos de clichés. La relación de amistad que se forja entre los personajes de Jackie Chan y John Cusack, pese a ser el motor de la historia, no llega a ser realmente creíble en ningún momento. El personaje del villano Tiberius, interpretado por Adrien Brody, es completamente unidimensional; hay algún intento de dar profundidad a su locura, pero no se consigue en ningún momento. La fotografía y los efectos especiales están bastante bien, pero la edición a trompicones y la poco imaginativa dirección hacen que pases los dos primeros puntos por alto (flashbacks abruptos e innecesarios y abuso de cámara lenta, ¿qué podría ir mal con esa combinación?).

Todo esto no significa, sin embargo, que sea una película horrible e indigna de ver. Bueno, no del todo, al menos. Como he dicho arriba, se trata de una película de acción. Hay un montón de combates muy bien coreografiados, todos ellos a buen ritmo, y con una gigantesca batalla final que es casi obligatoria en una película así. De hecho, pese a haberme ensañado antes con las incongruencias históricas, cada cultura distinta que aparece combatiendo sí que usa tácticas apropiadas de su gente y de su época. Nada especialmente riguroso, pero es algo que llama la atención. Incluso, pese a lo ridículo de la historia y de su ejecución, hay un par de momentos bastante enternecedores. Las actuaciones son bastante correctas, e incluso divertidas en el caso de Adrien Brody, a quien vemos hacer todo lo posible por llevar a la vida a un personaje tan insulso como el suyo. Y, quizás, lo más importante de todo: es entretenida. Muchos momentos hacen que gires los ojos y suspires con hastío, pero nunca lo suficiente como para que decidas irte de la sala.

Por todo lo dicho arriba, mi nota para esta película es un 3. Está increíblemente mal llevada, pero el dinero y la energía empleados para las escenas de acción pueden hacerla merecedora de verla una tarde en la que no te apetezca pensar mucho.

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